resulta  imperativo  impulsar  la  Bioética  en  la 
educación superior, que apunte hacia la formación 
integral de profesionales que adicionalmente a  su 
capacidad científica y técnica, actúen honestamente, 
objeten  la  inequidad  y  procuren  la  justicia  social 
(Aguirre, 2000).  
Con  el  transcurso  de  los  años,  se  ha 
enfatizado la necesidad de humanizar la atención de 
la salud, de centrar la atención en la persona y de 
responder entre otras, la pregunta: ¿cómo llegar a la 
atención  respetuosa  y  digna?  Las  respuestas  a 
muchas  de  estas  interrogantes  y  reflexiones  son 
derivadas  de  la  ética  en  general;  la  cual  permite 
“aplicar  los  principios  bioéticos  generales  a  los 
nuevos problemas que se consideran en la acción 
humana”. La práctica de la bioética exige entonces, 
el conocimiento sobre cómo aplicas y de qué forma 
actuamos con las personas, en los planos espiritual, 
personal y social.  
Es de resaltar, que los comités de bioética 
son una necesidad reclamada desde lo asistencial, 
pero  tampoco  puede  ignorarse  la  observación 
realizada  por  Tettamanzi  (2000):  es  necesaria  la 
universidad,  en  el  soporte  de  dicha  actividad.  La 
competencia  de  la  Bioética  en  relación  con  otras 
disciplinas académicas tiene el lugar específico, en 
el que ha de desenvolverse en la universidad, en un 
rol integrado académico-asistencial.  
Aun  así,  de  los  avances  en  el  campo  de 
Bioética, a finales del siglo pasado y comienzos de 
este  siglo,  se  divulgan,  abusos  en  individuos  y 
poblaciones con VIH, y ensayos de empresas que 
experimentan  fármacos  con  seres  humanos. 
Recientemente, la emergencia de la Bioética a nivel 
mundial,  por  la  pandemia  del  COVID-19,  causo 
dilemas  que  desajusto  la  vida  de  individuos  y 
familias, la salud física y mental, la academia y la 
asistencia clínica, entre otros. 
Si bien , el objetivo de Bioética es orientar y 
reflexionar  sobre  situaciones  dilemáticas  o  de 
mucha  complejidad,  que  abarca  tantas  aristas 
(económicas,  sociales,  ecológicas,  éticas, 
biomédicas, biotecnológica), agobiantes cada día y 
en cada país, donde los comités de bioética juegan 
un papel en la aplicación de la integración de los 
principios bioéticos, se hace cada día necesario el 
enfoque multidisciplinario en las universidades para 
la formación pedagógica integral del profesional de 
la salud.  
Aun cuando, se ha llevado la inclusión de la 
Bioética en las universidades, existe una ausencia de 
claridad sobre las competencias y habilidades que 
deben  poseer  los  profesionales  universitarios  en 
salud para cumplir con esta misión. Además, se ha 
identificado  que  la  formación  docente  en  este 
ámbito no siempre está alineada con las necesidades 
actuales  del  sistema  de  salud,  y  por  ende  las 
expectativas de los estudiantes. Lo cual, genera un 
vacío en la preparación de los futuros profesionales 
en salud, quienes pueden experimentar deficiencias 
en  esta  ciencia  para  enfrentar  los  desafíos  del 
entorno académico asistencial.  
La incorporación del campo de la bioética en 
Venezuela  ha  sido  relativamente  rápida  y  logro 
traspasar  los  ámbitos  asistenciales  y  de  la 
universidad para hacerse presente en la sociedad, sin 
embargo,  debe  implementarse  una  educación 
continua  en  la  formación  de  profesionales  de  la 
salud desde los inicios de los estudios universitarios.  
Con  respecto  al  saber  pedagógico  en  la 
formación  del  profesional  de  la  salud,  existe  una 
diversidad  de  posturas  teóricas.  Este  saber  es  un 
constructo  que  se  origina  de  las  implicaciones 
socioculturales y tareas que realiza el profesional en 
el  ambiente  de  formación  universitaria.    De  tal 
manera,  que  se  expresa  como  una  representación 
implícita de sus experiencias de enseñanza surgidas 
de las creencias y conocimientos iniciales que dan 
piso a las capacidades pedagógicas (Estebaranza, G, 
1982, p 345).  
En  este  punto  yace  una  caracterización 
significativa sobre el saber construido implícito y 
dinámico,  en  el  cual  el  profesorado  soporta  su 
docencia,  para  efectos  de  la  investigación  se 
denomina “saber pedagógico” a este conocimiento. 
Todo saber que oriente el proceso de enseñanza que 
acciona el profesorado en el ámbito institucional es 
por naturaleza pedagógica. Su propósito se deriva de 
la tarea formativa encomendada para el desarrollo 
de profesionales según las competencias requeridas. 
Los saberes en sí son construcciones dinámicas que 
se  derivan  de  la  racionalidad  del  profesional 
universitario en la tarea de la enseñanza.  
El  conocimiento  profesional  del  profesor 
universitario del sector salud debe ser polivalente, 
pero consideramos que su fuente está en el saber 
pedagógico,  que  supone  al  explicitarlo  el 
reconocimiento de otros saberes como el saber sobre 
la  construcción  del  conocimiento  disciplinar,  el 
metodológico curricular, el contextual y el  de los 
propios sujetos de la enseñanza.