Introducción  
 
La  práctica  profesional  reflexiva  en  la 
enseñanza  de  la  literatura  universitaria  es  un 
enfoque que trasciende la simple  transmisión  de 
conocimientos, promoviendo un diálogo crítico y 
colaborativo  entre  estudiantes  y  docentes, 
utilizando una selección de textos literarios como 
base. Este método tiene como propósito no solo 
mejorar  las  competencias  lingüísticas  de  los 
estudiantes,  sino  también  facilitar  una 
comprensión  profunda  y  activa  de  los  textos, 
fomentando la interpretación crítica y la reflexión. 
Así,  se  busca  ir  más  allá  de  la  enseñanza 
tradicional, desarrollando la capacidad analítica de 
los estudiantes de manera integral. 
Un desafío  central  en la  enseñanza de  la 
literatura universitaria es la dificultad para integrar 
de  manera  sistemática  la  reflexión  crítica  en  el 
aula. Si  bien se  reconoce  la importancia  de  una 
comprensión  profunda  y  crítica  de  los  textos 
literarios,  los  enfoques  tradicionales  a  menudo 
carecen de mecanismos  adecuados  para vincular 
las experiencias personales y emocionales de los 
estudiantes  con  el  análisis  textual.  Esta 
desconexión  entre  lo  académico  y  lo  personal 
puede  limitar  el  impacto  del  aprendizaje  en  el 
desarrollo integral de los estudiantes, restringiendo 
su  capacidad  para  desarrollar  un  análisis  crítico 
más consciente y significativo. 
Diversos  autores,  como  Moriña  (2017), 
Dewey  (2000)  y  Schön  (1998),  han  propuesto 
soluciones  a  esta  problemática,  destacando  la 
necesidad de incorporar herramientas pedagógicas 
que  favorezcan  la  reflexión  crítica  continua. 
Dewey, por ejemplo, subraya que “la educación es 
la  reconstrucción  continua  de  la  experiencia” 
(p.45), lo cual resalta la relevancia de las prácticas 
pedagógicas que  integren  la  autoevaluación y  el 
análisis  crítico  en  el  proceso  educativo.  En  este 
contexto,  el  diario  de  lectoescritura  se  presenta 
como una herramienta pedagógica eficaz para que 
los  estudiantes  registren  y  reflexionen  sobre  sus 
emociones y pensamientos durante el proceso de 
lectura, facilitando una conexión más profunda con 
los textos literarios. 
El  objetivo  principal  de  este  estudio  es 
analizar  cómo  la  práctica  profesional  reflexiva, 
mediante el uso del diario de lectoescritura, puede 
potenciar  la  comprensión  crítica  y  el 
autoconocimiento en la enseñanza de la literatura 
universitaria. A través de este enfoque, se pretende 
proporcionar un marco teórico y metodológico que 
permita integrar eficazmente la reflexión crítica en 
el  aula,  enriqueciendo  la  experiencia  de 
aprendizaje de los estudiantes y promoviendo una 
apreciación  más  profunda  de  la  literatura.  La 
pregunta central de la investigación se enfoca en 
¿cómo la implementación de la práctica reflexiva 
puede  enriquecer  la  experiencia  literaria  de  los 
estudiantes  de  primer  año  en  la  educación 
universitaria? 
 
Metodología  
 Para generar el conocimiento requerido, el 
estudio  se  enmarcó  dentro  del  paradigma 
constructivista, que sostiene que el aprendizaje se 
construye  a  través  de  la  interacción  activa  del 
individuo  con  su  entorno  (Piaget,  2003).  En  el 
contexto de la enseñanza reflexiva de la literatura, 
este enfoque permite a los estudiantes adquirir una 
comprensión  crítica  que  no  solo  se  limita  a  la 
asimilación  pasiva  de  contenidos,  sino  que  se 
enriquece  mediante  la  reflexión  activa  sobre  los 
textos  literarios  y  sus  conexiones  personales  y 
emocionales.      El método adoptado 
fue el hermenéutico, que según Gadamer (2011), 
se enfoca en la interpretación profunda de textos y 
experiencias,  buscando  comprender  las 
interacciones  humanas  y  sus  significados.  Este 
enfoque fue apropiado para el análisis de los textos 
literarios  y  para  explorar  cómo  los  estudiantes, 
mediante  su  reflexión  y  contexto  personal, 
atribuyen significados a las obras estudiadas. La 
metodología  empleada  se  basa  en  un  enfoque 
cualitativo,  que  permite  una  exploración  rica  y 
detallada  de  las  experiencias  subjetivas  de  los 
participantes (Denzin & Lincoln, 2011). 
En  cuanto  al  diseño  metodológico,  se 
aplicó  la  teoría  fundamentada,  que  permite 
desarrollar teorías a partir de los datos recogidos 
directamente del entorno. Este enfoque inductivo 
fue  adecuado  para  captar  las  experiencias  y 
percepciones de  los  estudiantes,  mientras  que  el 
diseño  transversal,  al  centrarse  en  un  único 
momento en el tiempo, facilitó el análisis de los 
procesos de aprendizaje a lo largo de un trimestre 
académico, lo que permitió observar el desarrollo 
de los estudiantes en un periodo determinado. Este 
diseño es útil para comprender las experiencias de 
los participantes en un contexto específico y de