articulados  enfocados  a  la  sustentabilidad  de  la 
misma existencia, teniendo en cuenta que el planeta 
es precisamente nuestra despensa y que de nosotros 
depende  la  sustentabilidad  de  la  vida,  como  lo 
afirma Leff (2006) “la epistemología ambiental es 
una política  para acariciar la  vida, movida por  un 
deseo de vida, por la pulsión epistemofílica que nace 
del erotismo del saber” (p.6) 
Ahora bien, los enfoques dados a la educación 
ambiental  desde  los  años  setenta  han  construido 
formaciones  teóricas  y  discursivas  que  han  sido 
propuestas  e  implementadas  desde  diversos 
ámbitos, como escuelas, organismos e instituciones 
buscando  ecologizar  el  conocimiento,  impulsando 
incluso políticas internacionales en aras del cuidado 
planetario,  desde  la  racionalidad  social  y 
económica,  sin  embargo  esta  perspectiva  parece 
estancada  en  la  idea  cognitiva  y  en  algunas 
ocasiones ha  logrado trascender las estructuras  de 
pensamiento  para  llegar  a  la  praxis,  pero  parece 
insuficiente a la hora de revisar la cotidianidad de 
los  contextos  que  tenemos  pues  se  evidencian 
graves problemas ambientales causados por causas 
antrópicas  de  aquellos  que  poseen  el  saber 
ambiental. 
En la Conferencia de Educación Ambiental de 
Tbilisi,  Georgia  en  1977  se  originan  las  primeras 
reflexiones  para  la  resolución  de  problemas 
ambientales  reclamando  la  educación  ambiental 
como  instrumento  esencial  para  lograr  un 
pensamiento  ecológico  que  permitiera  reflexionar 
las  problemáticas.    Posteriormente  en  1979  se 
publican estudios sobre nuevos estilos de desarrollo 
desde  la  perspectiva  ambiental,  uno  de  ellos 
patrocinado  por  el  Fondo  de  Cultura  Económica 
titulado “Estilos de Desarrollo y Medio Ambiente 
en la América Latina”.  
En los años 80 valiosas obras respaldas por la 
CEPAL, CIFCA y PNUMA son publicadas, todas 
bajo  la  visión  de  sustentabilidad  ecológica, 
abordando la  necesidad  de reconocer  y discutir  el 
ambiente desde la fauna, los recursos naturales, el 
derecho ambiental, las alternativas ecológicas, entre 
otros.  Incluso  en  1987,  se  publicó  el  Informe 
Brundtland denominado “Nuestro Futuro Común”, 
proponiendo  las  bases  de  la  geopolítica  del 
desarrollo sostenible que sirvió a los Principios de 
Río y a la Agenda 21. 
Al mismo tiempo, desde los gobiernos se han 
implementado  políticas  tendientes  a  la 
implementación  de  la  educación  ambiental  en 
diversos contextos, aunque el punto de partida son 
las aulas, desde allí se han venido cuestionando las 
problemáticas  y  responsabilidad  ambiental 
emergidas  del  crecimiento  económico,  incluso  en 
ocasiones  entendiendo  el  ambiente  como 
externalidad, entrando en análisis dialógicos sobre 
la importancia del crecimiento económico sobre la 
sustentabilidad ambiental.  Entonces nuevamente se 
reconoce  la  reflexión  epistemológica  desde  la 
racionalidad  para  comprender  perspectivas  desde 
diversos actores que inciden de una u otra manera 
en el medio ambiente. 
Por  tanto,    los  discursos  sociales  y  políticos 
ambientales se han implementado durante décadas 
en  aras  de  contribuir  la  disminución  de 
problemáticas  ambientales  reconocidas  de  antaño, 
pero  desafortunadamente  al  lado  de  este 
reconocimiento  de  la  necesidad  del  cuidado 
planetario  va  creciendo  también  el  deseo  por  el 
crecimiento económico de los países, sacrificando 
incluso  los  recursos  naturales,  cayendo  en  la 
desconstrucción  de  la  racionalidad  del  saber 
ambiental para reemplazarlo por la productividad. 
Una  variedad  de  autores  latinoamericanos  ha 
reflexionado  sobre  la  importancia  del  medio 
ambiente  y  el  desarrollo  sostenible  frente  al 
desarrollo  económico  que  exige  el  contexto  de  la 
globalización,  en  Brasil,  Freire  (1967),  “la 
educación como práctica de libertad”; Boff (2006), 
“ecología: grito de la tierra, grito de los pobres”; De 
Castro (1965) “ensayos sobre el subdesarrollo”.  En 
Argentina,  Gallopín  (2004),  “la  sostenibilidad 
ambiental del desarrollo en Argentina: tres futuros”; 
Speranza  (2006),  “Ecología  profunda  y 
autorrealización.  Introducción  a  la  filosofía 
ecológica de Arne Naess”.  En México, Leff (1986), 
“¿qué  ética  queremos  para  el  desarrollo 
sustentable?”; De  Alba  (1997),  “evaluación  de 
programas de educación ambiental. Experiencias en 
América  Latina  y  el  Caribe”.    En  Chile,  Rozzi 
(2007), “desde las ciencias ecológicas hacia la ética 
ambiental”;  Max  (2014),  “La  economía 
desenmascarada:  del  poder  y  la  codicia  a  la 
compasión  y  el  bien  común”.    En  Colombia, 
Noguera (2002), “Emergencias de un pensamiento 
ambiental  en  clave  del  reencantamiento  del 
mundo”;  Tréllez  (1995),  “Formación  Ambiental 
participativa. Una propuesta para América Latina”, 
entre otros. 
De  igual  manera,  diversos  investigadores han 
concluido en sus trabajos, el aumento de la crisis