Todo  lo  referido  hasta  ahora  invita  a 
reflexionar  sobre  el  pensamiento  lateral  y  la 
ubicuidad del aprendizaje,  donde  se evidencia la 
inteligencia humana y capacidad de aprender. Los 
cuales,  representan  los  “aspectos  complejos, 
abstractos, inmateriales, arraigados en el ser, en la 
esencia  e  identidad  personal  que  requieren 
estudiarse transdisciplinarmente” (Pérez, 2015, p. 
174). Asimismo, Pérez señala que “el aprendizaje 
es  un  proceso  dinámico  de  toda  la  vida  que  no 
depende  de  un  mecanismo  riguroso  o  estándar” 
(2015,  p.  174).  Esta línea  de argumentación  nos 
exhorta  a  recordar  que,  todas  las  personas 
aprenden  de  manera  diferente,  es  imposible 
homogenizar  las  practicas  pedagógicas  en  la 
educación digital porque esto conduce a la apatía 
de las aulas de clases y, por ende, la construcción 
de una sociedad desfazada con la actualidad.  
Tal como Mujica-Sequera (2016) señala que 
existe  13  tipos  de  aprendizajes  los  cuales  el 
docente debe conocer para que pueda planificar su 
quehacer  pedagógico  en  base  a  los  tipos  de 
aprendizaje que se encuentren en un aula de clase. 
La  evolución  tecnológica  actual  se  expande  de 
manera  exponencial  por  su  disposición  para 
establecer una interfaz en los campos tecnológicos 
mediante una expresión digital común en el que la 
información se genera, almacena, recobra, procesa 
y transmite. La amplificación profética y manejo 
ideológico de la tecnología no deben conducir a la 
desestimación  su  verdadero  significado  del  ser 
humano.  La  correspondencia  histórica  de  las 
revueltas tecnológicas, de acuerdo con Kranzberg 
(1985)  exhibe  que  todas  se  identifican  por  su 
capacidad de perspicacia en todos los dominios de 
la actividad humana no como una fuente exógena 
de  impacto,  sino  como  el lienzo  con el  que  está 
tejida esa actividad.  
Junto  a  los  anteriores  argumentos,  Perez 
(2015)  reflexiona  sobre  el  pensamiento  lateral 
considerado  por  el  autor  De  Bono  (1967)  como 
una  técnica  para  estimular  o  provocar  el 
pensamiento, esto para promover el cambio de lo 
habitual  para  resolver  problemas  de  manera 
indirecta  y  con  un  enfoque  creativo.  Es 
significativo  que  esta  técnica  promueve  la 
organización de los procesos de pensamiento, con 
el  fin  de  alcanzar  soluciones  mediante 
competencias, ideas más creativas e innovadoras, 
que son ignorados por el pensamiento lógico. Lo 
que nos lleva a certificar que la educación digital 
debe ser reconfigurada desde la labor docente, tal 
como  lo  señala  el  autor  Balza  (2015)  se  debe 
estimular el pensamiento lateral para así superar la 
postura que nutre la transepistemica. 
Por  este  motivo,  los  elementos  del 
pensamiento lateral como son: la comprobación de 
las  suposiciones,  hacer  preguntas  correctas, 
creatividad  y  pensamiento  lógicos  son  los 
necesarios en la tecnoeducación en virtud de que 
los mismos refuerzan el pensamiento complejo del 
hombre y las arenas transepistémicas acreditadas 
por una  comunidad. Tal  como lo  señala el  autor 
Korr-Cetina  (1996)  las  arenas  transepistémicas 
son  el  espacio  en  el  que  se  establecen,  definen, 
renueva  o  expanden  las  relaciones  del  recurso. 
Probablemente,  una  de  las  supersticiones  más 
monopolizada para evidenciar su presencia en las 
instituciones  educativas,  es  la  profundidad  de  la 
información  que  da  acceso ilimitado  a  todos  los 
contenidos. Adicional a esto, la significación se le 
otorga a través de la tecnología como elementos de 
cambio  y  transformación  de  la  institución 
educativa.  
Como  lo  hace  notar  Cabero  (2000)  las 
características generales de la tecnología penetran 
en todos los sectores, como son: la interconexión, 
interactividad,  instantaneidad,  lenguajes 
expresivos,  ruptura  de  la  linealidad  expresiva, 
elevados  parámetros  de  calidad  de  imagen  y 
sonido,  potenciación  audiencia  segmentaria  y 
diferenciada,  digitalización,  procesos  que  sobre 
los productos, tendencia hacia la automatización, 
diversidad  e  innovación  son  parte  de  este  gran 
sistema lateral que apoya al proceso dinámico del 
Ser humano. 
Y,  en  una  última  reflexión  que  realiza  la 
autora  Perez  (2015),  “la  tecnología  ha  hecho 
posible  la  ubicuidad  del  aprendizaje”  (2015,  p. 
175), el cual sustenta a través de Burbules (2012) 
donde se expresa que “un ambiente de aprendizaje 
ubicuo es un escenario o ambiente de aprendizaje 
en cualquier lugar del ciberespacio” 2012, p.  1). 
Por  ende,  podemos  señalar  que  en  la 
tecnoeducación “es un elemento fundamental en la 
sociedad  actual  porque  fomenta  la  motivación, 
acción reciproca, decisión, aprendizaje basado en 
ensayo  y  error,  comunicación  y  colaboración” 
(Mujica-Sequera, 2020).   
En el presente, se vive una emergencia ante 
un  paradigma  educativo  basado  en  tecnología.   
Son  muchas  las  instituciones  educativas  y