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del Distrito Metropolitano de Quito: Una Cuestión de Aptitud y Actitud. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 8(2), 
5-15, DOI: https://doi.org/10.37843/rted.v8i2.134  
 
Gestión Directiva  en  la Mejora  Escolar de 
las  Instituciones  Educativas  del  Distrito 
Metropolitano  de  Quito:  Una  Cuestión  de 
Aptitud y Actitud. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bajo  estos  lineamientos  de  gestión,  el 
directivo escolar ecuatoriano debe ser “APTO” 
para  ejercer  el  trabajo  en  cada  uno  de  estos 
ámbitos, sin embargo, se ha podido determinar 
de  modo  preocupante,  la  mayoría  de  los 
directivos  se  centra  en  el  ámbito 
administrativo,  al  dedicar  mayor  tiempo, 
situación  contraria  sucede  en  la  gestión 
pedagógica  con  sus  docentes  y  estudiantes 
(Murillo, 2011). 
Esta  dificultad  requiere  una  mirada 
urgente de políticas educativas prioritarias para 
identificar el rol propiamente que debe cumplir 
el Directivo, frente a un desborde exagerado de 
actividades  para  ejercer  control  interno,  así 
como  para  propiciar  dependencia  externa 
(Fullan, 1997), seguro esta situación no permite 
ser eficiente o efectivo para garantizar calidad en 
las instituciones educativas. 
Por lo tanto, complejidad, envergadura y 
demás exigencias en tareas que se les demanda 
desarrollar  a  los  líderes  directivos  de  centros 
educativos,  exige  políticas  consecuentes  y 
pertinentes (Murillo, 2013). 
 
Liderazgo Directivo (Actitud) 
 
El profesional de la educación debe tener 
actitud para ejercer la función directiva, según la 
Real  Academia  Española  (2020)  podemos 
asumir  algunas  definiciones:  “Postura  del 
cuerpo  humano,  especialmente  cuando  es 
determinada por los movimientos del ánimo, o 
expresa  algo  con  eficacia”,  “Actitud  graciosa, 
imponente”, “Las actitudes de un orador, de un 
actor”,  “Disposición de ánimo manifestada de 
algún  modo”,  “Actitud  benévola,  pacífica, 
amenazadora, de una persona, de un partido, de 
un gobierno”. 
Por  lo  expuesto  las  actitudes  son 
determinantes  para  influir  en  otra  persona  de 
algún  modo  para  ser  aceptada  o  rechazada,  el 
campo  educativo  no  es  indiferente  a  esa 
aceptación  o  en  determinados  momentos  al 
rechazo de una acción directiva, sin embargo, el 
director  o  directora  escolar,  como  líderes 
formales  de  la  institución  juegan  un  papel 
trascendental  en  la  dinámica  del  centro,  sus 
actuaciones sientan las bases para conseguir
una escuela eficaz (Murillo, 2013). 
Bajo  este  precepto,  es  importante 
determinar  el  liderazgo  del  directivo  para 
conducir a la comunidad educativa a  alcanzar 
los  objetivos  establecidos,  sin  embargo,  es 
importante dar cuenta del deber primero, debe 
ser  enfocado  a  mejorar  los  aprendizajes, 
enseñanza, aprender, reaprender, como claves 
de  mejoramiento.  Muchos  son  los  estudios 
sobre los tipos de liderazgo, pero, cual es el más 
apropiado para el directivo escolar, cuál debe 
ser su actitud de liderazgo con los miembros de 
su  comunidad  educativa  interna,  cuerpo 
directivo, docentes, estudiantes, padres, con la 
comunidad  externa,  asesores,  mentores, 
directores de los niveles superiores. 
Lo  que  sea  un  director  o  una  directora 
dependerá  de  su  identidad  profesional 
reconocida para sí y los otros (Bolivar, 2018). 
Antonio Bolívar en su investigación determina 
al líder directivo, quién debe ser reconocido por 
su  influencia  en  los  actores  educativos  en 
diversos  ámbitos,  esto  le  significará  tener 
aceptación de la comunidad educativa. Si bien 
es  cierto  el  ejercicio  del  liderazgo  puede  ser 
ofensivo  para  unos  o  acertado  para  otros,  lo 
primordial  de  este  liderazgo,  es  apuntar  a 
converger a todos los actores de la comunidad 
educativa en los fines educativos. 
Esta  convergencia  depende  fuertemente 
del  directivo  y  el  estilo  de  liderazgo  que 
proponga  en  favor  de  los  aprendizajes  e 
innovación.  Nutrida  evidencia  internacional 
muestra  al  liderazgo  democrático, 
participativo,  colaborador  o  transformacional 
para  favorecer  la  innovación,  el  desempeño, 
condiciones  de  cultura,  así  como  un  clima 
organizacional  más  favorable  a  ellos  (Farr  & 
Ford, 1990). 
Los  estudios  sobre  el  liderazgo 
transformacional  y  transaccional  han 
influenciado  notablemente  las  prácticas  de 
liderazgo  de  los  directivos.  Lo  líderes 
transformadores se enfocan a objetivos de largo 
plazo,  atendiendo  las  necesidades  internas  de 
sus  seguidores,  en  tanto,  los  lideres 
transaccionales  pretenden  resultados  a  corto 
plazo con el intercambio de recursos,